El marco de las visitas que hemos planeado a diferentes puntos de la península en los que se encuentran alanos de trabajo ejerciendo las funciones zootécnicas propias de la raza, sean de nuestros afijos o de otros, nos ofrece la oportunidad única de entablar con sus propietarios enriquecedoras conversaciones acerca de las vicisitudes que rodean este apasionante mundo. De todo esto sacamos buena cuenta y conclusiones en común que nos ayudan a remar siempre hacia adelante.
En esta ocasión, queridos amigos lectores, nuestra afición por el alano español nos embarcó en un agradable viaje a tierras de la vieja Extremadura, con el fin de disfrutar de buena compañía y de la vivencia imborrable que supone el contemplar perros de nuestros afijos trabajando con el ganado bovino; el otro gran pilar zootécnico que, tras y junto a la caza, suponen el santo y seña de nuestra raza. Así, tras sortear las múltiples obligaciones que cada uno tenemos en nuestro quehacer diario, conseguimos concretar una fecha para poder realizar esta visita tan esperada a un gran ganadero y alanero, buen amigo y mejor persona, que, como dijimos, cuenta para nuestro honor con alanos de nuestras sangres trabajando en su explotación y facilitándole el contacto diario con las reses.
Dicho lo cual, una vez llegados tras el largo viaje y repuestas las fuerzas con el correspondiente aperitivo, nos dispusimos a acercarnos a la ganadería de nuestro anfitrión; una idílica finca de extensivo en el paraíso extremeño dedicada a la cría de magníficas reses autóctonas de las razas retinta y berrenda en colorado y a los imponentes limousines de origen francés. Todo un lujo contemplar la buena mano y el buen hacer de los ganaderos que conocen la virtud del trabajo tradicional, a fuego lento; fruto de los largos años de experiencia y la conexión y entendimiento con los animales, ya sea bovino, canino o de cualquier otro género y especie. No fue de extrañar, por tanto, el lustre y la planta impresionante de los ejemplares vacunos que allí nos topamos; hermosas vacas con sus retoños, novillos, terneras y algunos sementales verdaderamente fuera de serie.
Acto seguido y una vez metidos en faena, presenciamos en primera persona y colaboramos en las distinta actividades rutinarias de cuidado y manejo del ganado; como la distribución de las alpacas y el acrotalamiento de un becerrito recién nacido, lo que no fue sencillo del todo mientras sentíamos sobre nosotros la mirada ojo a vizor de la protectora y corpulenta madre. Y es así, que viendo el poderío y majestad de la res bovina en extensivo, se nos hizo aún más impactante por ello el ver a los alanos de nuestros afijos, Fuente de la Higuera y Fresdelval, trabajar y rendir a estos titánicos animales; y es que salimos de allí con la conclusión de que pocos espectáculos hay comparables al ver a un perro de presa trabajar y bregar con el ganado.
No es fruto de la casualidad por tanto, que una raza como la que nos ocupa, con siglos de selección enfocada en el agarre fijo, sea idónea para estos menesteres, pues es el alano perro ideal para la faena junto al ganado de gran porte; ayudando en la brega, carea y cuando se precisa, inmovilización mediante el agarre de tan poderosas bestias. No sólo, pues, de la caza vive el alano español, pues no es menos cierta ni está menos documentada historicamente su función ganadera; tanto en las faenas del campo junto a los vaqueros como en la ajetreada brega de los mataderos o, hasta no hace mucho en términos temporales, combatiendo a las encastadas reses de lidia en las formas primigenias de la corrida de toros moderna. Así nos lo atestiguan por cierto, y entre otros, el simpar Miguel de Cervantes en su Coloquio de los perros, perteneciente a sus Novelas Ejemplares, o el ilustre Francisco de Goya en sus Grabados de Tauromaquia, concretamente en los referidos a la suerte de perros al toro.
Por lo que a nosotros respecta, es inmenso el orgullo que nos inspira el tener perros de nuestra sangre laborando en esta nobilísima tarea, señera de nuestra raza y función hermana y amiga de la cinegética a lo largo de los siglos. Más aún cuando sabemos que nuestros ejemplares se hallan en inmejorables manos, como es el caso de nuestro amigo; el cual nos comenta satisfecho el buen hacer y la sobrada competencia de nuestros canes en las funciones ganaderas. No queremos dejar sin apunte, cuanto menos, la importancia de la buena mano del amo y guía de los perros en trabajos de tanto riesgo y esfuerzo, algo que también es digno de admirar pues no son pocos los animales que se estropean por culpa de ignorantes.
Dicho todo lo cual, consideramos este momento propicio para levantar la voz en defensa del alano español en su función ganadera, pues son pocos ya hoy día los propietarios de reses en extensivo que confían en la ayuda de nuestra raza para el manejo del ganado; bien sea por la dificultad que entraña su buena selección, por no encontrar ejemplares aptos con la consiguiente desilusión, o por la irrupción de los medios industriales de mantenimiento animal. Es una verdadera lástima que con el abandono progresivo de los usos tradicionales del campo se pierdan, poco a poco, trocitos de nuestra más ancestral cultura rural, entre ellos el uso del alano como perro ganadero.
A pesar de ello, y en pro del romanticismo y la pureza que caracterizan nuestra visión de la raza de presa ibérica por antonomasia, dejamos a modo de testimonio estas fotos que esperamos os gusten y sepáis apreciar como las joyas que son; pues reflejan la importancia fundamental de estos canes en la realización de diferentes labores que, sin su colaboración, se harían muy difíciles de llevar a cabo de forma segura, rápida y efectiva por el personal de las fincas que los emplean. Así, la raza, el corazón y la pasión de nuestros perros se hacen imprescindibles para realizar curas, toma de muestras, vacunas, marcaje, etc. mediante lo que ha dado en llamarse ilustrativamente como pesca de reses; al asir los alanos mediante su potente presa por las orejas o las carrilleras al vacuno para someterle sin causarle desgarros ni heridas graves.
Poniendo punto final a nuestra experiencia con el alano español en su faceta ganadera, no queda sino mentar una vez más, y las que sean necesarias, que es esta, junto a la venatoria, una de las funciones ancestrales de la raza, un arte específico de la misma al cual debemos estar en perpetuo agradecimiento por facilitar la labor y la seguridad de los hombres que durante siglos y siglos han trabajado en el campo con el hostil ganado de los agrestes campos de España; siendo su ayuda tan fundamental que por ello ha quedado reflejada en las obras de nuestros más ilustres compatriotas. Algo que jamás debemos olvidar como españoles, pues ha sido, es y debe seguir siendo, parte viva de nuestra cultura e idiosincrasia.
Alanos y Alaneros de Ley